Soy una gran fan de Ikea, me encanta su concepto de decoración y funcionalidad así como la versatilidad de sus diseños.
Me gusta ojear, de vez en cuando, su catálogo en busca de novedades e ideas y, cuando me paso por una de sus tiendas, soy capaz de pasarme una tarde entera recorriendo sus mini pisos y las secciones de complementos y cocina.
Creo que me es imposible salir de ahí con la cesta de la compra vacía, y, aunque haya ido a por algo concreto, siempre acabo saliendo con algunas cositas más que, ni me imaginaba que tenían, ni creía necesitar antes de verlas.
Encima, en la salida, te espera la tienda de alimentos suecos, mi perdición.
Todas esas cajas gigantes de galletas mirándote a lo lejos, los botes de mermelada, las chocolatinas, y un sin fin de productos que, desde lejos, te llaman la atención. Lo reconozco, no puedo salir de Ikea sin una caja de galletas de avena, ya sean con chocolate, doble chocolate o a secas, son un vicio!!
Además, hace no mucho descubrí que tienen mermelada de ruibarbo, así que esta también se ha convertido en uno de los imprescindibles de Ikea.
Con las galletas tengo una relación de amor-odio, son terriblemente buenas pero muy poco compatibles con mi dieta, y, leerme los ingredientes de su etiqueta no ayuda a mitigar los sentimientos de culpabilidad precisamente.
Así que, tras el tercer conservante y después de varios ingredientes cuyo nombre no me era reconocible y que, sospechosamente, no parecían nada naturales, dec...