El vino rosado cada vez está ganando más adeptos. Antiguamente el vino rosado estaba considerado de segunda, pero hoy en día las bodegas están optando cada vez más por ampliar la gama dada su versatilidad y ofrecernos así unos grandísimos rosados.

Comenzaremos explicando el clarete, un tipo de vino que consideramos que está dentro de la familia del rosado. Su origen proviene de los antiguos viñedos donde existía una coplantación de variedades blancas y tintas, en los viñedos viejos que aún todavía se conservan en algunas zonas de Rioja, Ribera del Duero y otros muchos lugares de la peninsula. Estas parcelas se vendimiaban, variedades blancas y tintas, a la vez, se maceraban y se prensaban con la obtención de un vino de color rosado. Durante algunos años se ha creído que el vino clarete solo se podía consumir en su juventud, pero muchos enólogos han visto en potencial de estos viejos viñedos y han comenzado a criarlos en diferentes depósitos, para otorgarle más longevidad. Por ejemplo, Bertrand Sourdais con su vino Le Rose, procedente de un solo viñedo, ha llevado a la máxima expresión el vino clarete. Luego está el vino rosado, cuyo origen se basa en las variedades tintas y un pequeño porcentaje de uva blanca. Podemos utilizar tres variables para catalogar los diferentes perfiles de rosado:
Maceración: Dependiendo de las variedades y el tiempo de maceración junto a las pieles, el vino adquiere un perfil diferente de rosado. Menor tiempo de m...