He contado muchas veces ya en este blog que mi comida preferida es la tortilla. Podría estar comiendo tortillas cada día, no exagero. Durante una época de mi vida, cuando era joven y un poco más insensato que ahora, cada noche mi cena consistía en una tortilla de patatas que me hacía mi tía Ramona, una mujer que cocinaba como nadie. Todo lo que salía de sus sartenes olía y sabía a gloria, qué capacidad tenía para darle el punto exacto a cada plato, aunque fuese un simple filete de lomo a la plancha.
La primer que hice una tortilla de patatas en mi vida fue un auténtico desastre, pues recuerdo que cuando freí las patatas no les quité el aceite y con todo ese aceite de las propias patatas intenté hacer la tortilla, Como digo, un desastre con mayúsculas. Uno de tantos que he tenido a lo largo de mi vida en la cocina. Al tiempo mi tía Ramona me dio algún consejillo que he venido aplicando a lo largo de todos estos años cada vez que me pongo a hacer alguna tortilla. El caso es que el otro día, revisando las recetas que tengo publicadas en el blog (algunas las veo y pienso "¿esto lo hice yo"") me di cuenta de que apenas tenía compartidas recetas de tortillas, así que me puse manos a la obra con la idea de compartir una de mis combinaciones preferidas.
Por cierto, aún no os he dicho que la receta de hoy es una tortilla llena de sabor por uno de los ingredientes estrella de la misma, el Chorizo Extra de León Palcarsa, que tiene un sabor bu...