Detrás de todas las recetas tanto de cocina como de repostería hay un trabajo paciente y escondido que no se ve pero que influirá y mucho en el resultado final; en mi caso, al no ser profesional de la cocina, aprendo de diversas fuentes que van desde las recetas familiares hasta las que pruebo y disfruto en los restaurantes pasando, claro está, por mi aprendizaje en cursos presenciales o en línea y por la lectura de mis múltiples libros de cocina. A esto se suma el interés, la curiosidad y las ganas de cocinar para otros que es, sin duda, el motor que me anima a meterme en la cocina.

Pero la parte menos bonita también existe y es la que se no se enseña porque forma parte del propio aprendizaje; esa parte es la del ensayo-error cuando se prueba una receta, una primera vez, y sale mal o no sale o el resultado no es todo lo bueno que se espera; y pasa que también hay una segunda o tercera vez que tampoco sale bien del todo hasta que por fin llega el día en que bordas el plato y a partir de ahí suele salir bien casi siempre. En este grupo de recetas rebeldes podría incluir las croquetas, las magdalenas, algunos bizcochos, las lentejas (sí, sí, las lentejas), el uso de gelatinas? etc., un grupo de recetas que las he ensayado con insistencia hasta conseguir un resultado que a mí me ha parecido más que digno. Alguna vez debería hacer una publicación con mis peores recetas? jaja? esas que se quedan en la memoria del móvil solamente para recordarme que hubo un...