Hoy puedo decir que hemos llegado a la última entrada del año. Llegado este momento me siento feliz pues ha sido un año de muchas sorpresas, he tenido la oportunidad de poner voz a amigas blogueras y a comenzar bonitas amistades, aunque sean en la distancia. Personalmente he aprendido mucho y mi cocina ha mejorado, pues nunca se sabe lo bastante ni todo; cada día un poco más y eso es enriquecedor, al menos a mí me lo parece. Aprender de vuestros comentarios, tanto de los que tenéis blogs como de los que no, es lo que mantiene vivo a "Que no te falte un perejil".  Orgullosa y agradecida de que muchos habéis confiado en mis recetas y las habéis llevado a vuestras cocinas. Para mí es todo un honor y no me cansaré de repetirlo.  Hasta ahora, tener un blog me ha dado muchas alegrías, en momentos personales difíciles me habéis arropado y eso no se olvida. Por eso he elegido como última entrada del 2018 un bocadito navideño dulce. Estos coquitos los compraba mi madre en un obrador de Huelva regentado por la familia Ruíz. Ahora lo llevan sus hijas pero siguen en la misma línea de sus padres. hacen unos pasteles espectaculares y cuando llegan las Navidades sus dulces son verdaderas delicias. Nunca han faltado en casa pues mi madre decía que la Navidad no era completa sin los dulces de Ruíz en la mesa. Hace tiempo los vi en el blog de Esther Outón, muchos la conocéis por su estupendo blog El jardín de mis recetas. Los he tuneado un...